Proyecto Manhattan
Publicado: 10 Jul 2018 23:54
Tras varios años de probar y probar, creo que he llegado a controlar una parte minúscula del proceso en frío de elaboración de jabón. Una situación parecida a la que satirizaba aquella viñeta que rezaba: "...Ya tenemos el tren de alta velocidad; ahora sólo falta TODO lo demás..."
En Francia ya podría haber hecho el cursillito para ser maestro jabonero, y estaría, quizá, ganando algunas perrillas. Pero en España la situación es diferente. En España aún está vigente las viejas estructuras sociales de las castas, a las que la legislación vigente proporciona las herramientas necesarias para su mantenimiento y perpetuación. Suyo es el reino; suyos, el poder y la gloria. Ameen.
Incluso traté de enseñar en un cursillo de cocina, en el que se generaban decenas de litros de aceite, lo más elemental de lo que he aprendido. Pero la dirección, cuando oyó que había que hacer uso de la sosa cáustica, imaginaron, creo yo, que era el formol en el que había estado sumergido el cerebro de Frankenstein; o una de las fórmulas deletéreas del doctor Caligari; o una horrorosa fuente de radiación ioninzante que iba a convertir el aula de cocina en parte de las instalaciones del proyecto Manhattan... y prefirieron eludir responsabilidades abortando tan peligroso, demoníaco asunto.
Quedaron los compañeros deseosos de aprender, así que les expuse de palabra el sencillísimo y breve proceso; les mostré la existencia de la calculadora de esta santa casa, y les indiqué que en estos momentos apenas llega a cinco minutos, fregado de los utensilios incluido, el tiempo que tardo en hacer una pastilla de jabón de primerísima calidad. Pero ellos (y yo también), que estamos hasta los huevos de que nos intenten vender enciclopedias obsoletas, líneas de internet sin la velocidad prometida, masteres y cursillos vacíos de contenido... empezaron a poner pegas, a imaginar dificultades insalvables, a ofuscarse... hasta no retener nada, porque para asimilar algo, primero nos lo tiene que haber vendido el Estado a través de la televisión, que como todo el mundo sabe, es la fuente de toda Verdad... Seguiremos, por tanto, dedicándonos a disfrutar de este oficio en la estricta intimidad del hogar.
En Francia ya podría haber hecho el cursillito para ser maestro jabonero, y estaría, quizá, ganando algunas perrillas. Pero en España la situación es diferente. En España aún está vigente las viejas estructuras sociales de las castas, a las que la legislación vigente proporciona las herramientas necesarias para su mantenimiento y perpetuación. Suyo es el reino; suyos, el poder y la gloria. Ameen.
Incluso traté de enseñar en un cursillo de cocina, en el que se generaban decenas de litros de aceite, lo más elemental de lo que he aprendido. Pero la dirección, cuando oyó que había que hacer uso de la sosa cáustica, imaginaron, creo yo, que era el formol en el que había estado sumergido el cerebro de Frankenstein; o una de las fórmulas deletéreas del doctor Caligari; o una horrorosa fuente de radiación ioninzante que iba a convertir el aula de cocina en parte de las instalaciones del proyecto Manhattan... y prefirieron eludir responsabilidades abortando tan peligroso, demoníaco asunto.
Quedaron los compañeros deseosos de aprender, así que les expuse de palabra el sencillísimo y breve proceso; les mostré la existencia de la calculadora de esta santa casa, y les indiqué que en estos momentos apenas llega a cinco minutos, fregado de los utensilios incluido, el tiempo que tardo en hacer una pastilla de jabón de primerísima calidad. Pero ellos (y yo también), que estamos hasta los huevos de que nos intenten vender enciclopedias obsoletas, líneas de internet sin la velocidad prometida, masteres y cursillos vacíos de contenido... empezaron a poner pegas, a imaginar dificultades insalvables, a ofuscarse... hasta no retener nada, porque para asimilar algo, primero nos lo tiene que haber vendido el Estado a través de la televisión, que como todo el mundo sabe, es la fuente de toda Verdad... Seguiremos, por tanto, dedicándonos a disfrutar de este oficio en la estricta intimidad del hogar.